Archivo de la etiqueta: Zonas Limitadas

PETER L. BERGER Y LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD

La realidad se construye socialmente y la sociología del conocimiento debe analizar los procesos por los cuales esto se produce.

Peter L. Berger
Berkley Center Peter L. Berger in 2013.

Peter L. Berger y Thomas Luckmann, en el libro La construcción social de la realidad, sostienen la tesis de que: “la realidad se construye socialmente y que la sociología del conocimiento debe analizar los procesos por los cuales esto se produce”.[1] Por consiguiente, en el presente análisis se exponen varios puntos que sostienen dicha tesis.

Antes de discurrir por las ideas desarrolladas por estos autores, es necesario especificar que dicha obra está estructurada desde un marco sociológico, por lo tanto, se evita en la medida de lo posible adentrarse a los temas fundamentales de la filosofía, específicamente, al campo de la epistemología, ya que, en la obra citada no se busca llegar a la validez del conocimiento, ni cómo se puede aprender lo real o cómo tener una certeza filosófica, por el contrario, se busca entender cómo se genera un conocimiento desde la sociedad, cómo se designa lo real y cuándo llega a suceder; por ello, se habla de una sociología del conocimiento que “se ocupa del análisis de la construcción social de la realidad”.[2] 

En la introducción de la obra, Berger y Luckmann explican cómo surgió el problema del conocimiento y su relación con la sociedad. Dicen que la problemática entre la “realidad” y el “conocimiento” surge por su relatividad con lo social, esto es, que dentro de las sociedades no siempre los mismos conocimientos, ni lo real, son válidos para uno o para otro determinado grupo de individuos, por consiguiente, dentro de éstos, se originan determinados términos para la comprensión del mundo.[3] 

El interés es reconocer como el “conocimiento […] orienta la conducta en la vida cotidiana”,[4] a la cual llamaremos realidad. El mundo de la vida cotidiana se presenta a los individuos como un mundo establecido, el cual se origina en sus pensamientos y acciones y es considerado como real. Por tanto, se establece un conocimiento subjetivo (individuo), que luego da paso al mundo intersubjetivo (grupos de individuos) del sentido común, y éste ha de ser, el punto de partida para el análisis: determinar cómo surgen las” objetivaciones de los procesos subjetivos por medio de los cuales se construye el mundo intersubjetivo.”[5] 

Para alcanzar la meta de la sociología del conocimiento se hace uso del análisis fenomenológico, esto porque: la realidad del sentido común se basa en interpretaciones subjetivas, por tanto, es deber analizar los significantes dentro de las constantes de lo simbólico.

Aunque haya muchas realidades, por ejemplo, las religiosas o científicas, la cotidiana es la que toma mayor importancia y la que se presenta ante la conciencia, es imposible negarla por el simple hecho de que es un entorno que no se escapa a la aprehensión, se torna natural, constituyendo así a lo que se denomina actitud natural en relación a eso.

Por otra parte, la realidad de la vida cotidiana se presenta con cierto orden establecido al momento de aprehenderla. La causa de tal efecto es el lenguaje que permite dar sentido y significado a las cosas dentro de la vida individual en relación con la sociedad. Es decir, que el lenguaje nos permite relacionarnos con las cosas y nombrarlass para que adquieran una importancia en mi “aquí y ahora” como lo denominan Berger y Luckmann.

De lo anterior, se establece que hay una división entre las cosas para mí y paro otros, esto es, que se forma mi mundo con aquellas cosas que conozco y me son familiares y otras, que aunque sean cotidianas, al no tener contacto directo con ellas, me son ajenas, conformando zonas limitadas. De ahí que exista un mundo inter e intrasubjetivo, así como: mis significaciones y significantes del mundo; el que uno conoce y el que otros conocen. Sin embargo, no por eso cada quien vive aislado, por el contrario, parten de algo común: la vida cotidiana.

Pero, cuando se sale de lo común, esto dado por la temporalidad del aquí y ahora, se llega a la conclusión de que hay límites para la vida cotidiana denominada: zonas limitadas de significado, donde el lenguaje y los significados que se utilizan en la vida cotidiana son deformados para dar a conocer experiencias no comunes, como las místicas, para traducirlas a un nivel cotidiano.

Otro de los puntos desarrollados en la obra es la interacción social en la vida cotidiana. He mencionado que la realidad de vida cotidiana se muestra como común, es decir, mediante el lenguaje que da orden y significado para mí y para los demás al mundo. Pero para que suceda de esa forma es necesaria la relación con los otros, lo que llaman Berger y Luckmann la situación “cara a cara”. Ésta consiste en el conocimiento de la subjetividad del otro individuo que se me presenta ante mí por medio de gestos, movimientos y signos que los ordeno o ubico dentro de esquemas tipificadores que permiten aprehender los signos del otro y reconocerlo.

De lo anterior, se obtienen experiencias familiares o ajenas con los individuos, si se mantiene la situación cara a cara donde puede observar al otro se da lo primero; si sólo introduzco información de alguien en los esquemas tipificadores y a partir de ello tengo una noción de alguien, entonces, sucede lo segundo.

Por último, se hace referencia al lenguaje y conocimiento de la vida cotidiana. Para poder objetivarlo, es decir, ordenar las cosas y sus significados es necesario crear signos que nos hagan referencia a las significaciones de aquellas cosas que aprehendemos. Surge entonces el lenguaje simbólico y el simbolismo: el primero consiste en la estructura de un sistema de signos que permite hacer referencia a las cosas no importando que se dé la situación cara a cara, eh ahí la importancia de este elemento, permite la separación del aquí y ahora para poder ubicarnos, sea en el pasado, sea en el futuro pero siempre haciendo referencia a la realidad de la vida cotidiana; por otra parte, el simbolismo consiste en la recuperación de aquellos signos que se habían olvidado pero que se vuelven a introducir a la realidad de a la vida cotidiana. Sin embargo, no por el hecho de tener un lenguaje simbólico y simbolismo podemos hacer referencia a toda la realidad de la vida cotidiana, por el contrario, sólo podemos acceder a aquellas cosas con las que más nos familiarizamos. Asimismo, el lenguaje simbólico, el cual compartimos con toda la humanidad, nos ubica en un cierto estrato, un nivel social y por ende, sólo los que pertenecen a ella pueden comprender el significado de sus usos.

En conclusión: el conjunto de signos que nos designan a los objetos no es el mismo para todos, hay grados y niveles de conocimiento que sólo unos cuantos o ninguno puede conocerlos, tal es el caso de los profesionistas que poseen ciertos conocimientos que no son fáciles de comprender para otros o el que uno tiene de sí mismo que nunca pueden manifestarse tal cual a los demás.

BibliografíaPeter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, págs. 7-63. 


[1] Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, pp. 11. 
[2]Ibídem, pp. 13 
[3]Cfr. Introducción, op. cit., pp. 14 y ss. 
[4]Ibídem, pp. 34. 
[5]Ibídem, pp. 35.