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Acercamiento a la crítica de la Razón Cínica en Sloterdijk: Los Desenmascaramientos Sociales.

No soy en absoluto cínico, sólo tengo experiencia.

Oscar Wilde
CCCB

Dentro del libro: La Crítica de la razón cínica, afirma, el filósofo Peter Sloterdijk, que, desde hace más de un siglo, la filosofía se está muriendo, lo cual, no puede ser todavía, puesto que aún, no ha cumplido su misión, falta todavía, un gran camino por recorrer; por tal motivo, la atormentadora agonía que está sufriendo tiene que prolongarse de forma indefinida. Los grandes temas abordados por la filosofía, como Dios, universo, teoría, sujeto, objeto, cuerpo, espíritu, etc. resultaron ser más complejos y repletos de verdades a medias que, no llevaron a la filosofía a ningún lado.

Los hombres, en la actualidad, infiere Sloterdijk, son evidentemente ilustrados, más, están, o mejor dicho, estamos apáticos, ya no se llega a hablar de lo que antes era un amor a la sabiduría, realmente, ya no hay ningún saber del que se pueda ser amigo, pues nos dice el autor que: “ante lo que sabemos, no se nos ocurre amarlo, sino que nos preguntamos ¿ cómo nos acomodaremos a vivir con ello, sin convertirnos en estatuas de piedra ?”[1]

Precisamente, la máxima «Saber es poder», se convirtió durante el siglo XIX, en el sepulturero de la filosofía. Con tal máxima, llega a término toda una tradición, que se basaba en la búsqueda del saber, entendido, como se hacía antiguamente, es decir, amor a la verdad y verdad del amor.

En la época, en que Nietzsche, empezaba a sacar a la luz lo que es la voluntad de poder, también, la antigua socialdemocracia alemana, realizaba un llamado, para que sus miembros, participaran en la competencia por el poder que es: el saber. Aunque, en ambos casos, se hablaba de poder, la connotación era muy diversa. Nietzsche, enseñaba un realismo, que tenía que facilitar la despedida de idealismos que impedían la voluntad de poder y la creación de sentido, por parte del hombre, para hacer surgir así al súper-hombre. La socialdemocracia, al contrario, intentaba participar en un idealismo, en el que había portado, las esperanzas del poder.

En el cinismo de Nietzsche, se presenta, una relación modificada al acto de decir la verdad. Es una relación de estrategia y de táctica, de sospecha y de desinhibición, de pragmatismo e instrumentalismo, todo ello, en la maniobra de un político, que piensa, en primer y último término, en sí mismo; que interiormente, transige, y, exteriormente se acoraza. La antigua socialdemocracia, era la que había anunciado el lema, mencionado anteriormente, como un remedio prácticamente racional.

En el fondo: “ningún individuo cree que el aprender de hoy, solucione problemas de mañana; más bien, es casi seguro que los provoca”.[2] Entonces, ¿por qué? , La Crítica de la Razón Cínica, ¿ Cuál es la importancia de éste libro? se pregunta, Sloterdijk, puesto que, hoy en día, se llega a considerar, como arrogancia, el escribir cualquier libro, aunque éste, sea pequeño y no nos diga nada.

[…] facilitar la despedida de idealismos que impedían la voluntad de poder y la creación de sentido […]

El autor explica el porqué de su obra, sacando a colación el Ser racional, el cual lo toma de Kant. El sé inteligente significa: “no te fíes de tus impulsos, no obedezcas a tu cuerpo, aprende a dominarte”.[3] Si, es cierto, que es el malestar en la cultura provoca la crítica; evidentemente, no habría ninguna época tan dispuesta a la crítica como la nuestra. “Dado que todo se hizo problemático, también todo, de alguna manera, da lo mismo”,[4] tal es, el camino que hay que seguir, pues conduce allí, donde se puede hablar de cinismo[5] y de razón cínica[6].

El cinismo se atreve a salir con las verdades desnudas, verdades que en la manera como se exponen encierran algo de irreal. En el lugar, donde los encubrimientos se han convertido en constitutivos de una cultura, un desnudamiento no sería bienvenido. “Sólo una desnudez radical y una carencia de ocultaciones de las cosas nos liberan de la necesidad de la sospecha desconfiada. El pretender llegar a la «verdad desnuda» es uno de los motivos de la sensibilidad desesperada que quiere rasgar el velo de los convencionalismos, las mentiras, las abstracciones y las discreciones para acceder a la cosa”.[7]

Peter Sloterdjk

De manera general, lo anterior fue de lo que se pretende abordar en el libro: La crítica de la razón cínica, de modo que, una vez que se ha presentado a manera general tal crítica, Sloterdijk, nos invita a sentarnos por un rato bajo este árbol que en realidad no puede existir: “prometo no prometer nada y, por encima de todo, no prometeré ningún valor nuevo”.[8] Tal obra del autor, pretende seguir, la profunda idea de la aniquilación del mundo, sobre la que descansa la gran ciencia, y que, en ella, surjan nidos de ruiseñores cantarines y monos trepantes.

Sloterdijk, a manera de exposición, elenca cinco consideraciones para esta crítica: El cinismo, Ilustración como diálogo, Revista de la crítica, Después de los desenmascaramientos y El quinismo. Algunas de tales consideraciones serán presentadas a continuación de forma sintética.

El cinismo: Ocaso de la falsa consciencia.

El malestar, que existe en la cultura, ha adoptado una nueva cualidad, es decir, ahora, tal malestar se manifiesta como un cinismo universal y difuso. El cinismo moderno, se exhibe como el estado de la consciencia que sigue a las ideologías naïf (ingenuas) y, a su vez, la ilustración. Hablar de un verdadero cinismo, es precisamente, penetrar en el antiguo edificio de la crítica de la ideología, a través de, un nuevo acceso. El cinismo, no es universal y difuso, es perfilado, solitario y altamente individual.

El cínico, desde la antigüedad, es el extravagante solitario y moralista provocador, es aquél, de espíritu burlón, que pretende, no necesitar de nadie, ni ser querido por nadie, ya que, ante su mirada grosera y desenmascaradora, nadie, sale libre, exento de daño. Sin embargo, y muy a pesar, el cínico, hoy en día, aparece como un tipo de masas: “el moderno cínico de masas, pierde su mordacidad individualista y, se ahorra el riesgo de la exposición pública”.[9] Los cínicos no son tontos, saben total y absolutamente, que todo conduce a la nada, saben lo que hacen, pero lo hacen, coercionados por las presiones de las cosas y el instinto de auto conservación.

Sólo una desnudez radical y . una carencia de ocultaciones . de las cosas nos liberan de la necesidad de la sospecha desconfiada.

Cinismo, es la falsa consciencia ilustrada, lo cual, nos lleva a una paradoja, puesto que ¿ Cómo podría ser una consciencia ilustrada y a la vez falsa? El nuevo cinismo, del que estamos hablando, evidentemente, se rodea de discreción, a tal manera que, ya no logra ver la ocasión para desnudarse ofensivamente y espectacularmente. “Hay una desnudez, que ya no actúa desenmascarando y que, no hace aparecer ninguna realidad desnuda y en cuyo ámbito uno podría situarse con sereno realismo”.[10]

Ilustración como diálogo.

Quien se ponga a hablar de cinismo está mencionando las fronteras de la Ilustración. El cínico, necesariamente, tiene que ser aquí el ilustrado, el que conoce, pero no, el que piensa que, el saber es poder, puesto que, si es verdad que el saber es poder, entonces, es verdad que, no todo saber será bienvenido, y los medios, para dar validez al conocimiento, serían más importantes, que el conocimiento como tal. De igual manera, si se llegase a imponer el diálogo a la fuerza, no sería Ilustración, sino, variaciones, dentro de la consciencia no libre.

La Ilustración sólo conoce dos motivos de falsedad: la equivocidad y voluntad perversa. La última puede ser categoría del sujeto, pues sólo, cuando el contrario miente conscientemente, posee la falsa opinión: “sólo la mentira mantiene su propia responsabilidad, mientras que el error, dado que es mecánico, sigue estando en una inocencia relativa”.[11]

La Ilustración, es ante todo, un acuerdo libre, pues es ésta, aquella doctrina que no quiere tener que agradecer su éxito a una presión no racional. Uno de sus polos es la razón; el otro, necesariamente, el diálogo libre de los que se esfuerzan en buscar aquella razón. Su núcleo metódico y su idea moral es el consenso voluntario.

La verdad que pretenden difundir los ilustrados, surge de la adhesión, lograda sin violencia, a unos racionamientos más fuertes. De aquí que, la ilustración tenga dos caras: el acceso a una posición mejor y el abandono de la opinión anterior. Dentro de la segunda, el perdedor, se le puede llegar a considerar como el auténtico ganador.

Los ocho desenmascaramientos. Revista de la crítica.

En este apartado, Sloterdijk, nos realiza, lo que es, un bosquejo de ocho casos de crítica ilustrada de la ideología y del desenmascaramiento, cuyos polémicos modos de proceder, han hecho escuela. Tales figuras son: las que más éxito han tenido en el desenmascaramiento. Mas éxito, aquí, no nos quiere dar a entender que: tal crítica ha acabado realmente con lo criticado. La revista de la crítica “muestra la ilustración en marcha, en un alegre e imparable avance contra las antiguas y nuevas ilusiones”.[12]

Servicio Católico Cristiano

El primer desenmascaramiento, que expone Sloterdijk, es la Crítica de la Revelación, donde se cuestiona si, el milagro, es sólo una falta de interpretación o una carencia de filológica. Para los cristianos, las Sagradas Escrituras, conservan un valor extraordinario, gracias a que es una obra de dictado divino; el libro, se revela como sagrado, en la medida que, es un texto arraigado en lo absoluto. Bajo estas premisas, es imposible que, alguna interpretación, llegue a agotar el sentido del texto. La exégesis, realizada aquí, afirma Sloterdijk, sería vana, pues, se intentaría llenar una pequeña cuchara con un gran océano. La ilustración, pretende aclarar ciertas cosas ,que quedan sin fundamento, y cuestiona, lo referente a pruebas, fuentes y testimonios. Queda de manifiesto que: los textos bíblicos, son los únicos testigos de sí mismos. Su carácter de revelación, es su pretensión, pretensión que, la recepción puede creer o no, y la Iglesia, que eleva el carácter de revelación a dogma, desempeña el papel de receptora.

“La ilustración, arranca al saber de la religión, de un modo, sumamente elegante, sin una agresividad especial”.[13] Bajo la pregunta ¿Cómo se puede saber esto? en referencia, a los textos sagrados. Éstos, quedan, como meras suposiciones históricas, hechas por los hombres. Con una simple pregunta queda aniquilada la pretensión, de absoluto, en las escrituras.

En segunda instancia, tenemos, la Crítica de la Ilusión Religiosa, la cual, se centra únicamente en los atributos de Dios y, descarta todo, lo referente, a su existencia. Los atributos dados a Dios por los hombres, son tomados de la misma experiencia del hombre, se toman características que, representen autoridad y, se las adjudican a Dios, por lo que se cae en un antropomorfismo, al explicar, su imagen. Al ilustrado, le resulta fácil decir, que existe la religión. Sin embargo, lo hace viéndolo en dos planos que, considera importantes: “para la superación de la angustia vital y para la legitimación de los ordenamientos sociales opresores”.[14]

El trabajo intelectual, pretende haber olvidado que, también, él, es un trabajo, en sentido específico, con implicación necesaria en lo material, manual y ejecutivo.

El ilustrado, busca superar, la llamada teoría del engaño, llamada también, – a falta de mejor término – refinamiento, aquí, el engañador, utiliza argumentos que tienen la apariencia de ser verdaderos, para poder continuar con su estafa, y seguir manipulando a las demás personas, fácilmente, creyentes en un Dios.

La tercera es la Crítica de la Apariencia Metafísica, la cual, obedece, a la consideración, de que la razón, es sin duda alguna, capaz de realizar preguntas de carácter metafísico. Sin embargo, ésta, no es capaz de resolverlas con certeza, por sus propias fuerzas o capacidades. “A la razón les es consustancial querer más de lo que puede”.[15]

Las ideas metafísicas centrales son: Dios, alma y universo. Éstas, se imponen al pensamiento, y, sin embargo, no pueden ser tratadas firmemente, con los medios con los cuales se dispone, y, quien intente darles resolución, con tal especulación metafísica, será aquel diablo ansioso de lo inalcanzable. Aquí, el ilustrado, tiene la función de disolver críticamente, la visión ingenua del mundo y del hombre mismo.

La cuarta, se refiere a La Crítica de la Superestructura Idealista. Esta crítica, tiene su fundamento, en la propuesta Marxista, la cual afirma: la necesidad, de poner de nuevo, las cabezas, en el conjunto de cuerpos vivientes y trabajadores, es decir, unir lo teórico con la praxis.

Chalecos Amarillos en Francia. 2019 Radio Universidad de Chile

Los trabajadores de la superestructura como: los sacerdotes, científicos, artistas y filósofos, están bastante alejados del suelo de la realidad, viven con la cabeza en las nubes. El trabajo intelectual, pretende haber olvidado que, también, él, es un trabajo, en sentido específico, con implicación necesaria en lo material, manual y ejecutivo.

El quinto desenmascaramiento es el de la Crítica de la Apariencia Moral. Aquí, la cuestión, sobre la moral, se decide, como la más profunda de toda la ilustración, pues, la moral es, lo que da cabida, a la llamada: buena vida. El moralista, aquí, es quien, no sirve de verdad a la ley, sino que, la encubre para sí mismo. Son los lobos vestidos de ovejas, moralistas con vigas en los ojos, es precisamente un fariseísmo.

“Jesús predica una autorreflexión revolucionaria, empezar consigo mismo y entonces, cuando se deba ilustrar a los otros, predicarles con el propio ejemplo”.[16] Los Estados son aparatos de coacción, que no funcionan cuando las ovejas comienzan a decir yo, cuando los súbditos reflexiónan por su cuenta libremente. La ilustración, en este desenmascaramiento, va en contra de la obediencia y del rendimiento. La ilustración vigila y espía atentamente a los lobos vestidos de ovejas, para, en un segundo momento, poder desenmascararlos.

Los Estados son aparatos de coacción, que no funcionan cuando las ovejas comienzan a decir yo, cuando los súbditos reflexiónan por su cuenta libremente.

La sexta, se refiere a la Crítica de la Transparencia, la cual, se trata del descubrimiento del inconsciente, el yo, es minado, evidentemente, por un inconsciente; se termina la vanagloria de una consciencia, que piensa conocerse a sí misma y, gracias a ello, apreciarse. El inconsciente, afecta al narcisismo cultural de todas las clases sociales.

La séptima, es la Crítica de la Apariencia Natural. Aquí, nos narra Sloterdijk que, en todas partes, se invita a la consciencia humana a engañarse continuamente, y a darse por satisfecha, con la mera apariencia, o, con la primera impresión dada por la experiencia. En esta crítica, el deber a realizar del ilustrado es, precisamente, superar la primera impresión. La segunda mirada es la que decide: “Si las cosas fueran realmente aquello que se percibe inmediatamente de ellas, entonces estaría de más toda investigación y toda ciencia. No habría nada que buscar, rebuscar o intentar”.[17] Lo otro existe e incluso es lo mejor. Lo razonable, puede incluso llegar a ser lo real, pues necesariamente se aleja de la apariencia, del engaño.

Finalmente, dentro de los desenmascaramientos, Sloterdijk, habla de la Crítica de la Apariencia Privada, la cual, es el último gran ataque de la crítica contra la ilusión, apunta a la posición del Yo entre naturaleza y sociedad.

La crítica del egoísmo o, mejor dicho, la crítica de la apariencia privada, forma el núcleo de toda ilustración, en el que la autoexperiencia de Yoes civilizados, encuentra su madurez. Después de ésta, infiere el autor, no se puede dar ninguna otra crítica descubridora, sino, lo que ahora toca hacer es la praxis, es decir, vivir una vida consciente.

La autoexperiencia, se desarrolla en dos etapas: la percepción ingenua y la reflexión. En el estado ingenuo, la consciencia sólo concibe como propio las acusaciones, programaciones, etc. sólo se puede decir ¡Ese soy yo! En cambio, en el estado reflexivo, la autoexperiencia, se hace más clara, “así son mis programaciones, mis acuñaciones, mis adiestramientos; así me han educado; así me he hecho; así funcionan mis mecanismos; así trabaja en mí aquello que al mismo tiempo soy y no soy”.[18]

Bibliografía.

Sloterdijk, Peter, Crítica de la razón cínica, España, Ediciones Siruela, 1983, pp. 13 – 137.


[1] Sloterdijk, Peter, Crítica de la razón cínica, España, Ediciones Siruela, 1983, p.14.

[2] Ibídem. p.18.

[3] Ibídem. p. 21.

[4] Ibídem. p. 21.

[5] Hablar de cinismo supone exponer a la crítica un escándalo espiritual, un escándalo moral. Ibídem. p. 22.

[6] La crítica realiza un movimiento que en una primera instancia agota sus intereses positivos y negativos en la cosa, para, finalmente, chocar contra las estructuras elementales de la consciencia moral, estructuras a las que se obliga a hablar más allá del bien y del mal. Crítica, en primer lugar significa pronunciar juicios y fundarlos, juzgar y condenar. Si se habla de la razón cínica, entonces esta fórmula se coloca primera y totalmente bajo la protección de la ironía. Ídem.

[7] Ibídem. p. 30.

[8] Ibídem. p. 31.

[9] Ibídem. p. 39.

[10] Ibídem. p. 43.

[11] Ibídem. p. 54.

[12] Ibídem, p. 63.

[13] Ibídem, p. 67.

[14] Ibídem, p. 72.

[15] Cfr. Ibídem, p. 79.

[16] Ibídem, p. 89.

[17] Ibídem, p. 106.

[18] Ibídem, p. 116.