“Puede decirse del erotismo
Bataille
que es la aprobación de la vida
hasta en la muerte”.

Georges Bataille, un personaje curioso, con características muy especiales, considerándose, un filósofo total, pues, el programa que él propuso, es el muestrario de la apertura de la razón hacia la constatación de nuestra animalidad. Determina la condición de posibilidad de una biopolítica contemporánea. Su influencia fue evidente en pensadores como: Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida.
Nació el 10 de septiembre de 1897, en Billom Francia, y, murió el 9 de julio de 1962. Fue bibliotecario, escritor, poeta. Sus ensayos, novelas y poesías demostraron su fascinación personal por el erotismo, el misticismo y la irracionalidad[1]. Además, fue: ex seminarista, católico, pornógrafo, comunista revolucionario, bebedor, orgiasta, cercano al círculo surrealista, místico, ateo convertido, nietzscheano de izquierdas, en la tradición de Palante a Foucault[2].
Fundó una revista de literatura a la cual le puso el nombre de Critique. Algunas de sus obras más importantes son: la novela Histoire de l’oeil (Historia del ojo, 1928); Madame Edwarda, 1937; Le coupable (El culpable, 1944); La littèrature et le mal (La literatura y el mal, 1957); L’Èrotisme (El erotismo, 1957) y Ma Mère (Mi madre, 1966)[3].
En cuánto, al erotismo sagrado, una definición, según Bataille: “El erotismo es, antes que todo, un ejercicio o intento de comunicación”[4]. Es por eso que, el erotismo, es así mismo, una instancia, que posibilita la estructuración de un lenguaje, que es sustentado, de manera especial, por los cuerpos, es así que, el erotismo, no puede ser entendido sin cuerpos.
Con esta propuesta, Bataille nos invita, a realizar un ejercicio reivindicativo de los cuerpos, es decir, en un instrumento de liberación; es “un camino, el cual nos conduce a transgredir los límites impuestos, el vértigo enloquecedor, así como, el conjurador de nuestras soledades cautivas”[5]. Es así que, el cuerpo busca la libertad, por medio de la expresión, evadiendo cualquier tipo de censura, cobra conciencia de una soberanía; a la cuál, estaba presa, oculta, es por eso que: “donde hay un cuerpo que no habla se oculta un corazón que no siente”.[6] Por ello, el cuerpo, es un completo objeto de deseo, que busca su propio objeto de deseo, pero el cuerpo, no se reduce, únicamente, a deseos carnales, sino también, le es inmanente una espiritualidad, es decir, no puede ser el hombre reducido a una cosa, y, es gracias a ello, que hace con su cuerpo lo que quiera, sin rendir cuentas a nadie.
Se dice que, el hombre se vuelve sagrado, hasta el momento en que, la muerte, revela el valor incomparable del espíritu, y, según Bataille: “el cuerpo se ubica en el polo opuesto del espíritu”[7]. Ante esto, se dice que, la sexualidad, es la que sustenta al cuerpo y presenta una serie de dificultades cuando se escapa del control del espíritu humano, pues la sexualidad, rebaza en el cuerpo, los dominios del espíritu y de la razón, y además, es lo que hace del hombre un animal sacro.

Por otro lado, el hombre, al estar inmiscuido en una vida erótica, se puede decir que, al disolver la acción erótica a los seres que se adentran en ella, ésta revela su continuidad, a la que, se le puede comparar, con el término de ‘sacrificio religioso’; en el cuál, no sólo hay desnudamiento, sino que, también, se da muerte a la víctima. Es a este elemento, al que podemos llamar: lo ‘sagrado’, es decir, “la continuidad del ser, revelada a quienes prestan atención a un rito solemne a la muerte de un ser discontinuo”[8].
Para entender bien un erotismo sagrado, también es necesario, hablar de un erotismo divino. El amor de Dios es, una idea más familiar, y desconcierta menos, que el amor de un elemento sagrado. Es por eso que, se llega a afirmar que, lo divino es idéntico a lo sagrado, con la reserva de la relativa discontinuidad de la persona de Dios, puesto que, es un ser compuesto, que tiene la continuidad del ser que, mencioné anteriormente[9].
Es aquí donde nace la mística, una experiencia mística que se da, a partir, de la experiencia universal, que constituye el ‘sacrificio religioso’. Esta experiencia mística, revela la ausencia de objeto, pues, prescinde de los medios que no dependen de su voluntad. También, está la experiencia erótica, la cual está vinculada con lo real, es una espera, de un ser dado, y, de unas circunstancias favorables.
Este, es el secreto mismo, del erotismo, y, el secreto, sólo el erotismo, le aporta, y el erotismo, abre camino a la sensación de muerte.
Aquí, entra el erotismo sagrado, pues, en él, cuando entra la experiencia mística, sólo requiere, que nada desplace al sujeto, más bien qu,e todo esté en torno a él. Es por eso que, afirma, que la experiencia mística se reserva para la edad madura, es decir, cuando la muerte se acerca, pues, es en ella, donde alcanza, o tiene la oportunidad de alcanzar, una experiencia de lo real.
La experiencia mística se opone a la aprobación de la vida hasta la muerte, pues, Bataille, más bien, la considera como un desafío, ya que, la vida es acceso al ser; aunque sea mortal, la continuidad del ser no lo es, al acercarse, domina la consideración de la muerte.
Esto sucede, porque la perturbación erótica inmediata, nos da un sentimiento que lo supera todo, y, las perspectivas vinculadas a la situación del ser discontinuo: se olvidan. Además, nos es dado, el poder de abordar la muerte cara a cara, y, de ver en ella, la abertura a la continuidad, imposible de entender y conocer. Este, es el secreto mismo, del erotismo, y, el secreto, sólo el erotismo, le aporta, y el erotismo, abre camino a la sensación de muerte.[10]
En última instancia, se puede decir que, lo que está en el fondo del erotismo sagrado, es: ese “deseo de sustituir el aislamiento del ser, es decir, su discontinuidad; por un sentimiento de continuidad profunda”[11], aunque no lo logra. Se llega a una tesis propuesta por Bataille: “puede decirse del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte”[12]; aunque, esta afirmación suene paradójica, pues, se puede hacer la pregunta: ¿qué relación tiene el erotismo con la muerte? Ante esto, Bataille deja claro, y, hace esa diferencia u oposición, entre el erotismo y la sexualidad animal, aunque, también, se debe reconocer, una relación entre ellos, pues, el erotismo no puede negar la sexualidad animal, origen del erotismo. La diferencia entre el erotismo del hombre y la sexualidad animal, es que pone, la vida interior, en cuestión, aquella conciencia, inherente al ser humano, y que, delimita las pasiones.

Anteriormente, se mencionó que: el erotismo lleva a la muerte, la cual, abre el paso, a la negación de la duración individual, pues, el movimiento del amor, que desencadena la violencia individual en cada cuerpo, es un movimiento de muerte. Se convierte, así, el erotismo y la muerte, en mera violencia, y, en dicha violencia, se pierde la conciencia de sí. Nos sentimos, fuera de nosotros mismos, y del mundo, y así, llegamos a una animalidad perfecta, con la que alcanzamos el estatus de la santidad, esa animalidad, es sagrada; es abandono consciente y voluntario de la realidad profana, donde: “la pérdida es una recuperación de la sacralidad abandonada en la vida cotidiana”.[13] Se culmina en un erotismo sagrado, el cual tiene que evocar la presencia de Dios, a través, de él mismo, considerado como un amor narcisista.
[1] Cfr. George Bataille, por Crypt Vihâra en Revista: Laylah, número 12, disponible en: http://eurielec.etsit.upm.es/~zenzei/index.php?numero=8&tipo=literatura&arch=1Georges%20Bataille. Consultado el 23 de enero del 2011.
[2] Cfr. George Bataille, Una filosofía de la transgresión, por: Luis Diego Fernández, disponible en: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0197/articulo.php?art=2969&ed=0197. Consultado el 23 de enero del 2011.
[3] Op. Cit. George Bataille, por Crypt Vihâra.
[4] Larios, Francisco Javier, Bataille un Místico profano, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México, 1993, p. 55.
[5] Ibidem. p. 56.
[6] Ibidem. p. 57.
[7] Ibidem. p. 58.
[8] George Bataille, El erotismo sagrado, tomado del libro El Erotismo, Georges Bataille (Tusquets Editores, Barcelona/2000), en: revista Contratiempo, disponible en: http://www.revistacontratiempo.com.ar/bataille4.htm. Consultado el 23 de enero del 2011.
[9] Cfr. Idem.
[10] Cfr. Idem.
[11] Op. Cit. Larios, Francisco Javier, p. 97.
[12] Idem.
[13] Ibidem. p. 99.